La hora del planeta
Lima, Sábado 22 de diciembre del 2012
Estoy tarde. Son las 8:25 pm y me bajo del paradero del trébol. Tengo cinco minutos para llegar a mi casa así que empiezo a correr. Abro la puerta y subo por las escaleras. Veo que ya están apagando las luces. "Oye, ya son las 8:30 y hoy te toca a ti" me dice mi madre. "Si, tuve un retraso en el trabajo y por eso me demoré" le respondo. Salimos todos al patio, las luces de la calle siempre se apagan cinco minutos después para que la gente tenga tiempo de llegar a sus casas. Ya la mesa está toda servida así que rápidamente nos sentemos a esperar. 8:35 en punto y comienza la magia. Una a una las luces de la calle se empiezan a apagar, y el ambiente cambia de una tonalidad amarillezca a una azul pálido. En el cielo, la luna y las estrellas empiezan a brillar como si de pronto se hubiesen acercado a la tierra. Me levanto de mi asiento, sirvo un vaso de cerveza y digo: "Hoy estamos aca para rendirle tributo a nuestra tierra, a la pachamama. Esta hora en oscuridad y esta cena se la dedicamos a ella, como retribución por la luz y la energía de toda la semana. Esta hora en la que las ciudades se paralizan y se oscurecen, en la que las familias se reunén y celebran. Esta hora te la dedicamos a ti, pachamama". Seco y volteado, y la espuma al suelo como manda la tradición. Entonces me siento y comenzamos con la cena a la luz de las estrellas.
Hoy celebramos la hora del planeta. Una iniciativa coordinada mundialmente para darle un respiro al mundo y para ahorrar la energía que desperdiciamos diariamente. Con sólo una hora el ahorro será impresionante. Entonces porqué no pensar en hacerlo seguido. En que no sea sólo hoy, sino cada mes, o cada semana. En ordenar nuestras vidas en torno a ese momento de recogimiento y de reflexión. Sería como una forma de retribución o de pago a la tierra, en el sentido en que muchas culturas lo tenían y lo siguen teniendo. La cultura occidental ha instrumentalizado al planeta, lo ha objetivado, lo ha desencantado. Pero no sería nada mal recuperar esa visión de la tierra como un ser que nos acoge, como nuestra madre. Llamesmola Gaia o Pachamama. Al final es la misma cosa. Pero es necesario recuperarlo. Hoy apagaré mis luces. Y espero que mañana todos lo hagamos también.